El Esequibo

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De la lectura del fallo se desprende que durante casi cuatro años, nuestro país abandonó el proceso, como si hacerlo implicara que el mismo no avanzara.

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Esta semana santa, en La Haya, se ha reunido la Corte Internacional de Justicia para proferir un fallo sobre la pretensión guyanesa de que esa instancia jurisdiccional resuelva el conflicto limítrofe entre Venezuela y ese país. La decisión adoptada implicó entrar a fondo con el conocimiento de la causa lo cual conllevó una derrota para Venezuela que a eso se oponía.

De la lectura del fallo se desprende que durante casi cuatro años, nuestro país abandonó el proceso, como si hacerlo implicara que el mismo no avanzara, lo cual fue, sin duda, una curiosa manera de defender los intereses nacionales. En todo caso, quienes están a cargo de atender judicialmente en esa causa los intereses del país,  tienen 12 meses para preparar y presentar las defensas que sean conducentes a los fines de demostrar la posición nacional.

Mientras eso ocurre, a lo interno, uno observa posiciones sorprendentes.

Mientras algunos sostienen que si perdemos debemos defender con las armas el territorio, otros afirman que lo conducente es instalar enclaves civiles en el mismo, a la vez que los más se limitan a hacer declaraciones altisonantes de patriotismo, pero hasta allí.

Lamentablemente estamos donde estamos porque a diferencia de sus predecesores, el señor Chávez cambió la posición histórica que respecto de la reclamación de esa tierra hicieron presidentes democráticos, quienes defendieron la nulidad del laudo de 1899 que condujo a la actual situación. Además trataron siempre el tema como asunto de Estado y por tanto consultaron en todo momento a partidarios y adversarios,  construyendo así una posición nacional, lo que es totalmente distinto a lo que ocurre en la actualidad.

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El señor Chávez, en su temprano enfrentamiento con el establishment y buscando votos en el Caricom -unilateralmente- varió nuestra posición y debilitó la misma, con los resultados que a la vista están: Venezuela aislada al respecto y Guyana explotando los recursos naturales del territorio con ayuda de las empresas más importantes del mundo.

Así las cosas, en La Haya, Venezuela está inmersa en un proceso judicial sobre su territorio. Dada la decisión proferida, debe enfocar sus esfuerzos en defenderlo en los estrados judiciales, para lo cual debería generarse un sentimiento de unidad nacional. Su inexistencia es, sin duda, nuestra mayor debilidad y eso lo sabe el adversario.

Esa debilidad no deriva de la circunstancia que los venezolanos no creemos que el esequibo es nuestro, no. Deviene del hecho de la manera como en esa materia, como en todas las demás, quienes detentan el poder lo ejercen, con absoluto sectarismo.

Es bajo esa premisa que habrá entonces que hacer un esfuerzo impensable en las actuales circunstancias venezolanas para que, quienes detentan el poder decidan incorporar a la defensa,  a adversarios internos competentes y preparados que coadyuven en la misma.

Esa posición que sostengo coincide por cierto, con la que públicamente formuló la señora Delsa Solorzano, diferente por tanto a las previamente citadas. Sin embargo, contra esa posibilidad conspira, en todo caso, la manera de actuar que se ha hecho visible estos veinticuatro últimos años desde el poder en nuestro país.

En el proceso en curso, cada día es un día menos, uno perdido en defensa del interés nacional. Dejar la decisión para última hora sería un grave error.

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*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. Director de Fundación2Países @barraplural

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