Bogotá ciudad nacional

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“El mundo está cambiando. Las ciudades están cambiando. Los ciudadanos están cambiando”. Toni Puig. Gestor cultural y urbanístico catalán.

“Bogotá es una ciudad que tiene mucho carácter, mucha fuerza. Bogotá es una ciudad con un enorme interés por la cultura. Es una ciudad cosmopolita”. “No tenemos una planeación para tanta gente, ni de vías, ni educativa, ni laboral y eso ha creado un colapso (en Bogotá)”. Mario Mendoza. (1964) Escritor colombiano.

(Lea también: “La educación tiene la culpa”)

Estamos en la maratón final de la carrera electoral por alcaldías, gobernaciones, asambleas departamentales, concejos municipales y juntas administradoras locales (donde las hay). El 29 de octubre los ciudadanos/as nos pronunciaremos mediante el voto. Conocidos ya (o por lo menos informados) los candidatos/as por los diferentes partidos o inscritos por grupos significativos de ciudadano (firmas).

Me concentraré (o, ¿con-centraré?) en lo que será el debate electoral en la capital de la república, Bogotá, en donde se dará por primera vez, la posibilidad de una segunda vuelta, si acaso el ganador de la primera no obtiene el 40% de los votos y una diferencia con el segundo en votación de más de 10 puntos.

Esto por ser consecuente de propiciar un debate regional y local y Bogotá es mi ciudad, en donde he residido la mayor parte de mi vida, aunque no nací en ella, como tantos otros bogotanos.

En esta ocasión mi interés es decir unas cuantas cosas sobre Bogotá, como si fuera un asesor al oído de algún candidato.

Bogotá la mayor urbe del país, es una ciudad que recoge una especie de síntesis nacional, en el sentido de tener residentes de todas las regiones del país. Y que no desarrolla fobias contra los que no sean oriundos de ella. Es una ciudad acogedora, crecida en medio de cierto caos urbanístico, medio planeada a posteriori.

Lo que se ha observado en los últimos tiempos es una incremental percepción de inseguridad ciudadana y serias dificultades de movilidad. Sufre la ciudad una pérdida de confianza ciudadana y la idea dominante es que la delincuencia maneja las calles. Hay que devolver la ciudad a los ciudadano/as. Parece ser que no se trata de la delincuencia común callejera (que también la hay) sino delincuencia organizada, con gran poder intimidatorio y con la sangre fría de matar a cualquiera que se le oponga o no. Y esto implica una actuación de la fuerza pública que debe ser distinta a lo meramente reactivo. Hay que actuar preventivamente con inteligencia para derrotar a esos grupos delincuenciales organizados. Y, con todo lo que se ha mencionado como respuesta a mejorar la seguridad ciudadana: mayor pie de fuerza policial, mejora de la vigilancia con medios electrónicos y de la capacidad de reacción policial, más frentes de seguridad ciudadana. El regreso de la policía comunitaria de la mano con los frentes de seguridad y la actuación especializada de fuerzas policiales preparada para actuar frente a la delincuencia organizada. El esquema de cuadrantes y CAIs no se debe contraponer a una estrategia de policía comunitaria, sino complementarse.

(Texto relacionado: La señora de los tintos)

En cuanto a Movilidad, afectada desde luego por la cantidad de obras viales que dejó contratadas Peñalosa, Claudia López las continuó especialmente el Transmilenio por la av. 68. Sigue sin convencer lo del “Corredor verde” de la 7ª. Y como que va quedar de pronto adjudicado para que el próximo alcalde lo ejecute. Respecto del Metro, es preocupante la posición desplegada desde la Presidencia de la República, por su insistencia en “subterranizar” el trazado, contrario a lo contratado (pero como el Gobierno Nacional aporta el 70% del costo de la obra) que implicaría una nueva frustración para los bogotanos, de embolatar su construcción. La verdad es que uno queda perplejo, al intentar comprender que el metro subterráneo es de Izquierda y que el metro de superficie es de derecha. He buscado referencias teóricas e ideológicas y no he encontrado esta distinción. Inclusive aplicando los criterios de costo/beneficio, tampoco. La única explicación que surge con algo de racionalidad es la reclamar la paternidad del proyecto de Metro para Bogotá (única capital de S.A. sin metro), lo que es decepcionante.

Fuera de los temas de construcción de infraestructura para la vialidad, considero que el asunto es también de gestión y, considero que aquí estamos muy atrasados, pretendiendo desde escritorios centrales manejar el tráfico urbano y extra-urbano. Hay que hacer gestión de la vialidad in situ (o sea desde las vías) y para ello hice algún tiempo una propuesta de establecer gerencias viales para las grandes avenidas de Bogotá y sus aferentes. Para actuar de manera rápida y resolutiva sobre lo que ocurre en las vías y producen atascos. Desde luego cámaras, sin posibilidad de actuación rápida sirven solamente para contemplar el espectáculo.

Bogotá necesita definiciones en materia de transición energética en conjunto con el Gobierno Central (inclusive puede ser vanguardistas), gestión ambiental y en materia de desarrollo económico, que no puede ser únicamente en definiciones desde el sector central (Bogotá también es víctima del centralismo). El tema de la Región Bogotá necesita desarrollo para tratar muchos temas y no solo orientar posibles políticas. Están sucediendo cosas, como, por ejemplo, la pérdida de industrias de Bogotá que se trasladan a los municipios vecinos, por variadas razones.

En materia social, hay dos grandes variables intervinientes que modificaron la dinámica de la ciudad: la pandemia y la migración. La primera, aunque algo se palió, trajo consecuencias de mayor vulneración de hogares y personas que aún no se recuperan, de las pérdidas por vivir de la informalidad y la consecuencia de no poder buscar el diario (rebusque) por el encierro de la población. Esto, desde luego, sólo para hacer una mención, pero requiere un análisis más profundo de sus consecuencias

La migración, en una magnitud de impacto como de 500.000 personas, provenientes de Venezuela en su gran mayoría y huyendo de la pobreza rampante a que ha conducido la situación de ese hermano país. Cualquier ciudad o país ante tamaño impacto invasivo, necesariamente se trastorna y sus mejoramientos colapsan.

Hay más cosas para decir, pero como esto ya suena a programa de candidato no inscrito, outsider, o por lo menos a pliego de peticiones. Lo dejo hasta aquí.

(Le puede interesar: La izquierda divina)

*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.

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