Las cajas chinas o la solidaridad

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¿Qué hace la sociedad por usted? ¿Qué hace usted por la sociedad?

La idea de sociedad sólo se sostiene en cuanto se le percibe como un mecanismo de articulación de una estructura social objetiva y de lógicas de acción subjetivas encajadas en ella”. (François Dubet).

Parafraseando la famosa frase de John F. Kennedy interrogo esa interacción entre sociedad e individuo. Considero necesario interrogarla en esta coyuntura de pliegos peticionarios, demandas sociales impulsadas por protestas, paros, bloqueos y hasta actos vandálicos y saqueos. Aunque los reclamos van dirigidos hacia el Estado o mejor al Gobierno, central o local, de fondo está una demanda hacia la sociedad misma. La percepción de brechas profundas de desigualdad, carencia de oportunidades, desequilibrios, inequidades están marcando enormes desajustes sociales que hacen pensar en modo de colectividad. Pero también la respuesta tradicional e implícita en muchas posiciones – ¡sálvese quien pueda! – marca una manera de afrontar el problema de una sociedad en la que no parecen encajar muchos, no porque no quieran, sino porque su propia suerte parece indicarlo así.

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Por ello recurro a la figura de las cajas chinas para significar la relación entre individuo y sociedad, cuando esa relación, no en un sentido teórico, presenta cortocircuitos muy serios. Las cajas chinas es una especie de broma que consiste en meter una caja dentro de otra y ésta dentro de otra, y así. Y así hasta llegar a la caja mínima, el núcleo esencial, que en ocasiones resulta ser una decepción. Algo así como las matrioskas rusas que terminan en una imagen pequeñita. La caja grande sería la sociedad, desde luego no como algo vacío y la caja más pequeñita al individuo, y las demás todas las mediaciones, por ejemplo, las instituciones. Esa caja pequeñita se ve disuelta y aislada y por qué no decirlo desprotegida y, sin embargo, también, exaltada por otros. La acción individual, por ser más visible, termina siendo magnificada, para bien y para mal.

 Las llamadas corrientes neo-liberales, basadas en unas concepciones extremadamente individualistas que han penetrado el pensamiento social y económico y que han desbaratado en buena parte el Estado de Bienestar y lo han convertido en cajas chinas, terminan en que el individuo se ve abocado a verse solo y compelido a su propia suerte. Es una especie de calvinismo social que indica que el individuo predestinado debe buscar su propia salvación y así descubrir que estaba destinado a ser salvado. 

Pero no pretendo esa recurrencia fácil al monstruo frecuentemente invocado, ese Moloch demoníaco que se ha llamado pensamiento neo-liberal, para de alguna manera hacer caer en cuenta que se trata de algo más que eso y es una tendencia social muy pronunciada de las sociedades actuales, post-modernas o como se las quiera llamar, en donde un acendrado egoísmo es saludado como factor de éxito “social”. Ya el fundador de la sociología, Emilio Durkheim (1858-1917), señalaba como un mal el egoísmo, que se avizoraba en las sociedades como perversión del individualismo, al cual reconocía como una tendencia característica de los nuevos tiempos. Esa vieja concepción, entonces de los sociólogos de una sociedad como conciencia colectiva, aparecería minada por las lógicas individuales, el accionamiento subjetivo, que es la pequeñita caja china. Algunas tendencias sociológicas, han ya sustituido la sociedad por ese conjunto de interacciones individuales que se pierden en las llamadas elecciones racionales.  Pero tampoco quiero la digresión sociológica, ni la polémica teórica. Mi pretensión, tal vez, gira por una palabra de carga conceptual abrumadora: la solidaridad. Algo así como que sólo nos salvamos juntos. Cito lo que señala el sociólogo francés Edgar Morin: “Las múltiples muestras de solidaridad que han aparecido durante la pandemia han revelado las carencias de dicha solidaridad en la llamada situación “normal”, unas carencias provocadas por el propio desarrollo de nuestra civilización, que reduce enormemente la solidaridad bajo el efecto de un individualismo cada vez más egoísta unido al efecto de una compartimentación social cada vez más fraccionada”.

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La solidaridad, entonces, como un principio que ilumina la respuesta ante los grandes desafíos que los efectos de la pandemia han producido, debe ser una guía fundamental frente a las decisiones y acciones que están por darse. Ésta no puede confundirse ni sustituirse con caridad pública o ejercicios demagógicos de ayudas a los “más pobres”.  Elevar la condición de sectores importantes de nuestra sociedad es un propósito de largo aliento que termina beneficiando a todos.

Apelando a la sociología, la solidaridad se refiere al reconocerse en el valor y la actitud de estar conviviendo unidos aun siendo diversos, porque nos podemos identificar con objetivos e intereses comunes, como nos obliga la misma condición humana y la misma naturaleza. ​ Implica las necesarias interacciones sociales que expresan la unidad de los miembros de una sociedad y el reconocimiento de los más vulnerables para devolverles su condición de pares, con lo que se han denominado acciones afirmativas.

Entonces, ¿qué puede hacer la Sociedad por usted?: el  ejercicio de la solidaridad. ¿Qué puede hacer usted por la sociedad?: el ejercicio de la Solidaridad. Para que las respuestas a las demandas sociales no sean: cajas chinas.

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*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.

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3 COMENTARIOS

  1. El capitalismo el mercado como el nuevo leviatán que usurpa al estado, para el cumplimiento de sus fines fagocita el discurso social en general y la solidaridad en particular que se transforma en solaridad de la sociedad para absorber las pérdidas de los ganadores y entre los ganadores para apropiarse de la riqueza social.

  2. Bien el artículo del profesor Reyes. Solidaridad como un concepto y una práctica de doble origen: de lo social a lo individual; de lo individual a lo social. Eso implica que sólo en la unión hay vida y que esta sin la conjunción de sus dos matrices no sería posible. No cajas chinas para utilizar la metáfora. No el apabullamiento del individuo por el colectivo, ni este como falso colectivo es decir como sumatoria de individualidades sin que hayan interiorizado que ellas se deben a lo social, que son por definición y esencia sociales. Los historiadores (muchos de los cuales subrayan el papel de las individualidades en la historia) se cuidan bien de señalar al mismo tiempo que esas individualidades están en la historia, vale decir en el colectivo. Lo que demuestra que los individuos son sociales por naturaleza y que son el soporte material y psicológico y social de ese mismo colectivo. Como anillo al dedo vienen estas palabras del conocido historiador de la antigua Rusia Soviética, Edward Carr: “El individualismo, en su acepción, no ya de gran movimiento social, sino de falsa oposición entre el individuo y la sociedad se ha convertido hoy en lema de un grupo interesado y, debido a su carácter polémico, en barrera que dificulta nuestra comprensión de lo que acontece en el mundo”

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