Un gran pensador

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Históricamente tanta formación hoy nos pone de nuevo, entre seguidores de un seguidor de un gran pensador como Adolfo Hitler, y seguidores de un Gran Colombiano como Álvaro Uribe.

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No hay nada más cómodo que un intelectual en Colombia en estos momentos en los que las elecciones como cada cuatro años, determinan la suerte próxima del país. Haciendo caso a la definición del término, siendo relativos al entendimiento, reflexionemos algunas cosas: la primera, la votación en la costa atlántica muestra claramente que si no hay buses o no hay dinero, no ganan los jefes, lo que quiere decir que la población tiene cosas más graves que solucionar antes de obedecer si no hay paga; quienes pudieron ir a votar, dieron a conocer su mayoritaria opinión, la regla de tres se ordena fácilmente, lo que no pasó fue por falta de dinero en el ejercicio democrático. Vimos un sur del país expresándose en las urnas en general angustiado por sus cordilleras y su selva, y, por último, lo más determinante, la influencia de una población encerrada en la sabana de Bogotá que define demasiadas cosas.

Es la población más completa del país en su conjunto en términos educativos, por esto tendría una responsabilidad mayor con el destino del resto, pero no nos digamos mentiras, para vivir sabroso como lo hacen, también deben trabajar para vivir y comer como el otro país que los rodea. Esto hace que, de acuerdo con su experiencia y su experticia, deban agruparse rápidamente de un lado confiable para sobrevivir, no es una cuestión de principios como los de León María en la película Cóndores no entierran todos los días, sino de los principios de su vida laboral, de cómo empezaron sus experiencias de trabajo, sus asociaciones y lazos con personas o contactos institucionales que puedan favorecer el continuar devengando su pan, sus pasteles. No faltaba más, que estos ciudadanos vivan igual que la población rural en Colombia, supeditados al jornal, al destajo, para su subsistencia, tienen algunas bondades de más, a medida que su salario mínimo legal vigente se multiplica por 4, 5 o más múltiplos. Necesarios eso sí, para vivir en una ciudad hostil y costosa, con muchos accesos al poder estatal e interesada en mostrar sus comodidades en la social media que es tanto vida personal como vitrina laboral, algo que conocemos como nivel de vida, estilo de vida; así que en el fondo estos pobres bogotanos también deben jornalear, aunque como humanos hayan cambiado el azadón por el teclado.

Entonces ser políticamente correcto quizá no esté de ese tal lado correcto de la historia, pero sí desde la comodidad de lo conocido, que asegura una confortable manera de vivir, aquí se puede pensar hablar y vivir cómodamente sin arriesgar demasiado, además de salir a votar para coleccionar la selfie de la democracia. Lamento decir que impresiona más un líder social en Colombia que un gran pensador bogotano, exponerse a una muerte terrible en alguna vereda sin necesitar tanta formación para conceptualizar sobre lo bueno y lo malo. Pero así seguimos en Bogotá, jugando a ser grandes pensadores, a desarrollar conocimientos de vital importancia, a exponer grandes análisis entre las murallas de esta ciudad, mientras la peste negra de la violencia colombiana vive allá afuera de nuestros trabajos.

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Por fortuna en esta ciudad, para un sector profesional en ejercicio, para el ámbito intelectual y humanista, la comodidad siempre podrá callar a la conciencia. Es un verdadero acierto poder llevar carro de mercado a la FILBO, Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, aunque afuera continúa el hambre, que coman pasteles, aquí comemos libros.
 

Pensando en la economía mundial que nos respira tan cerca, lo mejor será subirse en el bus de los contactos, así sea una vulgar chiva rumbera de bogotanos ebrios por el estatus que otorga trabajar en la administración pública, así Colombia quede afuera de la cabeza, doliendo en la resaca del 20 de junio y por los siguientes cuatro años, pero es delicioso pertenecer al escudo de la nación, mientras pueda comentarlo con mis pares, y además de hecho ya en los papeles que firmamos aquí, se destinan muchas ayudas para las regiones. Un famoso locutor ha colgado millones de llamadas incómodas desde esas regiones y es histórico, un gran analista de la ciudad, como servidores del estado, como empleados públicos, como humanistas y escritores, seguimos sus pasos, para qué cambiar lo que ya está bien.

Yo estoy bien, los míos están bien, los amigos y todos aquí estamos bien, gente formada siempre dispuesta a tejer los hilos del país. Los vencedores escriben la historia. Sí lo vamos a saber las mujeres, los negros, los campesinos y los pobres, a quienes siempre nos han contado ustedes cómo pasó y por qué no es como creemos. Eso es lo que hay y eso es lo que viene. Lo volveremos a resolver en cuatro años desde aquí, desde la Bogotá capital. Colombia, tú, espera. Históricamente tanta formación hoy nos pone de nuevo, entre seguidores de un seguidor de un gran pensador como Adolfo Hitler, y seguidores de un Gran Colombiano como Álvaro Uribe.

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*Carolina Castro, promotora de lectura, estudiante de literatura y conocedora de la Colombia rural. @castro83carla

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